Pluma Encendida

jueves, 5 de agosto de 2010

PLUMA ENCENDIDA

EL OJO DE LA  ESCRITURA




“Aún la más humilde palabra quiere decir algo…”





La palabra es el reino del pensamiento donde se tejen los bordados del alma, y el universo es una pradera extendida donde los hilos verbales esperan por el resplandor del ojo que los hará tejido escritural esencial para dar cuenta de la existencia de las mil y una hondonadas en las que lo fenomenológico que expone su colorido y pasmosa naturaleza, aguarda por el dictado soberbio, creador de su presencia única, misteriosa, maravillosa.





Podría considerarse el todo espacio-tiempo como un gran manto palpitante, en el que nosotros nos movemos, luminosos y emotivos, esperando urdir, captar el instante único de nuestras cefeidas que acumulan vida para fulgir, y el ojo el gran visor expectante que pasea su red de celdas silenciosas aunque agitadas que ansían ser habitadas, como el gran clip delator que pondrá a tono para nuestra contemplación ese temblor que vibra en todos los rincones del cosmos. La escritura, para efectos de la irradiación verbal creadora, es el gran ojo visor que da cuenta del instante espléndido del fenómeno, el vivir todo que nos aglutina y eclosiona, aboliendo el tiempo mismo del suceso.





El gran ojo de la escritura mira entonces el suceder sin pausa proveniente del elegante paisaje del planeta dispuesto y retiene para la posteridad iluminadora aquello que motiva su registro creador hecho palabras, ese incesante tejido en cuyo espejo fulgente nos leemos. La escritura se convierte al tenor de la circunstancialidad misma en el plasma vital que arropa el pasar y pasar que nos envuelve y señala. ¿Qué miran las palabras, su escritura?, ¿hacia dónde? La escritura abre y despierta el cerrojo de la imaginación para establecer el infinito universo de la ficción: el ojo de la escritura inventa el día que vivo, que quiero vivir, que no quiero que me viva como si sólo de su radiación existencial dependiera mi espíritu. La escritura, su ojo vital que identifica y caracteriza nuestra esencia espiritual, inaugura desde su mirada misma, y a partir de la extendida pradera cósmica, una realidad diferente que reacomoda las nuevas imágenes que sitúan la belleza de otros universos en la gran mantamadrevialáctea universal. Con él, desde él, a través de él se puede detallar cada instante del tiempo, la belleza de la mujer, el atardecer de un paisaje, incluso puedes volar, conocer infinitos mundos. El ojo de la escritura tiene el poder de describir aun lo jamás visto. El olor de una rosa, es tan mágico que puedes estar en medio de una guerra y escuchar el ensordecedor canto de las metrallas, el se apodera de lo justo e injusto de la vida, del hambre no saciado y aquel que ansía serlo.





El ojo de la escritura depende de quien lo use, puede hacer reír o sencillamente sumergirte en un mar de lágrimas, porque puede ser usado para ver el reflejo del ser humano y su entorno.





El ojo de la escritura crea el universo que existe y existirá para esa emanación que ha disparado la mirada, una mirada, esa mirada del ojo que ausculta. La escritura es la caja de pandora sinecuanón, decimos en estas líneas, la exterioridad y todas la elegancias en las que el ojo se regodea no serían. La una se debe al otro y viceversa, decimos también,

y así el orden para nada despreciable de la sucesividad fenomenológica se mantiene.



El ojo de la escritura ve para mantener la cuerda maravillosa del asombro y algo le pasa al mundo: existe cuando la palabra lo mediatiza. Y para la majestuosa telaraña de lo artístico que se exhibe en los jardines del ser, lo importante es lo que desde la escritura decimos del mundo, contra el mundo para que este existir constituya un aliciente atractivo y estético que redimensione nuestra continua mirada.



Por supuesto la escritura, membrana que eslabona su semilla expresiva, un bello ojos despierto por su inherente vocación creativa que mira, inquieto y provisto de imaginación, puede llegar a ser -lo es desde luego- una aventura peligrosa por lo que puede instaurar a su vez -ello depende de la definición estética del ser que dirige la mirada del ojo que nos concentra- un universo distinto, universos desconocidos en los que deberemos habitar, movernos, convivir luego. Y este es el reto que el ojo de la escritura provoca, propone al ser, de eso se trata. Crear los propios parajes para vivir, para dibujar las transitables hondonadas espaciales que precisa la existencia es una exigencia. La vida en sí es un reto. (Edgar Trejos).







BALADA DE PABLO DE ROKHA







Yo canto, canto sin querer, necesariamente, irremediablemente, fatalmente, al azar de los sucesos, como quien come, bebe o anda y porque sí; moriría si NO cantase, moriría si NO cantase; el acontecimiento floreal del poema estimula mis nervios sonantes, no puedo hablar, entono, pienso en canciones, no puedo hablar, no puedo hablar; las ruidosas, trascendentales epopeyas me definen, e ignoro el sentido de mi flauta; aprendí a cantar siendo nebulosa, odio, odio las utilitarias labores zafias cuotidianas, prosaicas, y amo la ociosidad ilustre de lo bello; cantar, cantar, cantar…-he ahí lo único que sabes, Pablo de Rokha!…





* * *

Los sofismas universales, las cósmicas, subterráneas leyes dinámicas me rigen; mi canción natural, polifónica se abre, se abre más allá del espíritu, la ancha belleza subconsciente, trágica, matemática, fúnebre, guía mis pasos en la oscura claridad; cruzo las épocas cantando como un gran sueño deforme; mi verdad es la verdadera verdad, el corazón orquestal, musical, dionisíaco, flota en la augusta perfecta, la eximia resonancia unánime, los fenómenos convergen a él, y agrandan su sonora sonoridad sonora, sonora; y estas fatales manos van, sonámbulas, apartando la vida externa, -conceptos, fórmulas, costumbres, apariencias-; mi intuición sigue los caminos de las cosas, vidente, iluminada y feliz; todo se hace canto en mis huesos, todo se hace canto en mis huesos.





* * *

Pus, llanto y nieblas lúgubres, dolor, solo dolor mamo en los roñosos pechos de la vida, no tengo casa y mi vestido es pobre; sin embargo, mis cantares absurdos, inéditos, modestísimos suman el pensamiento, TODO el pensamiento de la raza y la voz del instante; soy un país HECHO poeta, por la gracia de Dios; desprecio el determinismo de las ciencias parciales, convencionales, pues mi sabiduría monumental surge pariendo axiomas desde lo infinito, y su elocuencia errante, fabulosa y terrible crea mundos e inventa universos continuamente; afirmo o niego, y mi pasión gigante atraviesa tronando el pueblo imbécil del prejuicio, la mala aldea clerical de la rutina.





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Atardeciendo me arrodillé junto a una inmensa y gris piedra humilde, democrática, trágica, y su oratoria, su elocuencia inmóvil habló conmigo en aquel sordo lenguaje cosmopolita e ingenuo del ritmo universal; hoy, tendido a la sombra de los lagos he sentido el llanto de los muertos flotando en las corolas; oigo crecer las plantas y morir, los viajeros planetas degollados igual que animales, el sol se pone al fondo de mis años lúgubres, amarillos, amarillos, amarillos, las espigas van naciéndome, a media noche los eternos ríos lloran a la orilla de mi tristeza y a mis dolores maximalistas se les caen las hojas;. . .«buenos días, buenos días árbol», dije al reventar la mañana sobre las rubias cumbres chilenas, y más tarde clamaba: «estrellas, SOIS estrellas, oh! prodigio…»





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Mis pensamientos hacen sonar los siglos, todos los siglos; voy caminando, caminando, caminando musicalmente y mis actos son himnos, cánticos naturales, completamente naturales; las campanas del tiempo repican cuando me oyen sentirme; constituyo el principio y la razón primordial de todas las tonadas, el eco de mis trancos restalla en la eternidad, los triángulos paradójicos de mi actitud resumen el gesto, el gesto, la figura del super hombre loco que balanceó la cuna macabra del orbe e iba enseñándole a hablar.





* * *

Los cantos de mi lengua tienen ojos y pies, ojos y pies, músculos, alma, sensaciones, grandiosidad de héroes y pequeñas costumbres modestas, simplicísimas, mínimas, simplicísimas de recién nacidos, aúllan y hacen congojas enormes, enormes, enormemente enormes, sonríen, lloran, sonríen, escupen al cielo infame o echan serpientes por la boca, obran, obran lo mismo que gentes o pájaros, dignifican el reino animal, el reino vegetal, el reino mineral, y son bestias de mármol, bestias, bestias cuya sangre ardiendo y triste, triste, asciende a ellos desde las entrañas del globo, y cuyo ser poliédrico, múltiple, simultáneo está en los quinientos HORIZONTES geográficos; florecen gozosos, redondos, sonoros en Octubre, dan frutos rurales a principios de Mayo y Junio o a fines de Agosto, maduran todo el año y desde nunca, desde nunca; anarquistas, estridentes, impávidos, crean un individuo y una gigante realidad nueva, algo que antes, antes, algo que antes no estaba en la tierra, prolongan mi anatomía terrible hacia lo absoluto, aún existiendo independientemente; ¡tocad su cuerpo, tocad su cuerpo y os ensangrentareis los dedos MISERABLES!.. !..

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